Dicen que cuando llueve todos se mojan. Una canción dice, cuando el cielo llora nunca nadie le pregunta donde duele, porque llueve o porque deja de llover. Los fariseos le decían a Jesús, danos una señal; siendo que eran capaces de distinguir cuando iba a llover y cuando no, y no eran capaces de distinguir las señales del cielo. Creo que a veces somos tan ciegos que no nos damos cuenta de las señales y dejamos que la lluvia caiga como si fuera algo tan natural en nuestras vidas y no entendemos nada. A veces llueve y como es normal, nos mojamos. Pero a veces llueve y luego para justo cuando tenemos que hacer algo y no nos mojamos para nada, y cuando terminamos de hacer ese algo vuelve a llover, y no somos capaces de percatarnos de este hecho y lo tomamos como si fuera algo normal, como si el cielo se mandara solo. Señor, abre los ojos para que veamos lo que nos quieres mostrar, para que podamos entender lo que nos quieres decir. Sé que no es por casualidad que cada vez que hacía tal cosa la lluvia paraba y nunca nos mojábamos, pese a que hubiera llovido fuertemente un par de minutos atrás. Sé que Dios no trabaja con las casualidades. Sé que hoy llueve y que alcancé a llegar a mi casa sin mojarme por algo en especial. ¿Qué más decir? Dios dice, clama a mi y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú NO conoces. Gracias Señor por la lluvia.
Llueve o no llueve, esa es la cuestión
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